Si dicen que hay mujeres fatales, vampiresas, devoradoras, infartantes, y demás vainas, puede ser cierto, como también no. Me explico De un tiempo a esta parte, vale decir, desde que tengo uso de razón, nunca había conocido una muchacha, que aparte de ser todo lo aceptablemente buena que un ser subdesarrollado puede aspirar, cada día te llevaba hasta los umbrales de la lujuria y de la muerte.
Y es que una de las pocas exigencias que ella tenía para conmigo las veces que sus viejos no le daban permiso para ir a pasear por cualquier parte --¿Dónde queda cualquier parte?--, era meternos al cine, y allí, meta a actualizarnos con todos los tejemanejes relativos a las artes carnales. No hay que ser adivinos para caer en cuenta de la clase de películas que veíamos, y que de tanto verlas, ya no encontrábamos nada novedoso en ellas, porque el chiste era puro besuqueo, relajo, y contorsionismo.
Mas, como ambos éramos hijitos decentes y maleducados, pronto nos aburríamos de ver dichas películas Pero no podíamos hacer nada al respecto, porque en el barrio no había otro cine, y además éste tenía la ventaja de tener un baño aceptablemente cómodo, lo cual nos ahorraba el gasto que implicaba pagar un alojamiento.
Pero acompañarla hasta su casa era más que lúgubre y aterrador, a lo menos las noches en que promediando las doce, nuestros pasos tenían que llevarnos hasta allí. Porque, claramente --yo al menos-- podía escuchar cómo las almas de los que habían muerto sin cometer pecado alguno llamaban a las otras almas que querían compartir sus culpas, para disfrutarlas plenamente antes de arrepentirse como manda la ley.
Era entonces que yo me hacía la promesa de terminar para siempre con ella y de esta manera poder volver a vivir tranquilo, puesto que en esas noches --ojalá de ellas solo me quede sólo el recuerdo-- perdía la noción del sueño, y mis ojos se negaban a cerrarse.
Pero, mientras más me lo proponía, las ganas de estar a su lado eran más intensas, y ni bien se me pasaba el susto, como gil iba a esperarla a la salida de su trabajo --creo que era dama de compañía porque le acompañaba a un viejito a hacerle las horas menos solitarias--, y el tormento comenzaba de nuevo. Poco a poco mis cabellos se fueron blanqueando imperceptiblemente, y si antes tenía miedo a los aparecidos, ya empezaba a temer hasta a los que no se me aparecían.
Y ahora que esta cháchara ya está de buen tamaño, hay que abreviarla y decirles que ella vive en la calle atrás del cementerio, justo en la esquina donde está ubicado el cine por.no de la zona y la funeraria El Buen Morir. Con eso creo que está aclarado todo. claro, no estaría demás aclarar que, así como sus tíos son los dueños del cine, su hermana mayor es propietaria de las pompas fúnebres, y la mamá es la dueña de la tienda ubicada entre ambos locales, y que da justamente a la Puerta de salida del campo santo.
Extraído de: Chaqui Fulero - Los cuadernos perdidos de Victor Hugo Viscarra
El libro completo lo encuentran aquí>> Chaqui Fulero
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